Plaza de la Manzana 66: “espacio verde” casi sin verde

La inauguración de la esperada plaza de Balvanera fue una decepción para muchos vecinos por su diseño caprichoso sin césped y que no prevé ni puntos de encuentro para los adultos ni lugares para que los chicos pateen una pelota.

Por Rosaura Barletta

“Hicieron una plaza que fue pensada por un artista plástico para ser mirada desde un dron. Es una plaza que excluye a la gente, es una plaza que parece de paso porque no hay un solo lugar donde quedarse. Los usos básicos de una plaza porteña, en un barrio popular como Balvanera, son reunirse, tomar sol, tomar mate, leer un libro, jugar a la pelota. Acá es imposible.” La vecina -sentada sobre un taburete de cemento- no oculta su decepción. Como trabaja para el Estado porteño -explica- tiene temor a las represalias y prefiere no dar su nombre: “Poné Elena Lidl”, dice, divertida.

Que la plaza fue pensada por un artista plástico es verdad. Más precisamente por Pablo Siquier, un argentino de renombre internacional cuya obra se destaca por laberintos abstractos, líneas que se cruzan, entremezclan, rotan y cortan. Como los caminos que diseñó para la plaza de la Manzana 66.

Caminos de pedregullo con un boode de césped. Ni para jugar, ni para correr.

Siquier, además, es pareja de Gimena Macri, o sea que la plaza fue diseñada por el yerno del mismísimo presidente. En el gobierno porteño se atajan y dicen que Siquier no cobró nada.

“¿Y él pagó para poder experimentar con una manzana entera?”, se suma al debate una señora joven que hamaca el cochecito de su bebé recostada contra una suerte de muro/medianera blanca mientras no le quita la vista a un nene de unos 6 años que persigue una pelota. “¿No se dieron cuenta de que el único espacio para jugar a la pelota es este rectángulo de cemento que da a la calle Catamarca? ¿Nadie pensó que las pelotas se van a ir a la calle? ¿Que es un riesgo de seguridad importante?”, se pregunta y agrega: “Y peor es correr dentro de la plaza. Los caminos son tan angostos y tienen esas piedritas que mi hijo el primer día se raspó la rodilla. ¡Estos tipos odian el pasto!”

La historia de la Manzana 66

Comprendida entre las avenidas Jujuy y Belgrano y las calles Moreno y Catamarca en Balvanera, la manzana 66 tenía viviendas en todos sus lotes que para 2014 ya habían sido completamente demolidas.

El primer objetivo del estudio de arquitectos BMA fue rezonificar la manzana para construir un microestadio para 18 mil espectadores. BMA impulsó grandes emprendimientos inmobiliarios en Puerto Madero y la Costanera, entre otros, y estuvo a cargo de la remodelación de la estación Constitución en el 2001.

Martín Bodas, Rodolfo Miani y Axel Anger, asociados del estudio, montaron en la Manzana 66 canchas de fútbol con la intención de que fuera sólo un emprendimiento provisorio antes de la construcción final: el microestadio.

Al mismo tiempo, los vecinos de Balvanera se organizaron y explicitaron su rechazo a la propuesta con cortes de calles, asambleas, movilizaciones. La comuna 3 es la segunda de la Ciudad en menor cantidad de espacio verde: 0, 38 metros cuadrados por habitante, menos del 10% que lo que recomienda la Organización Mundial de la Salud.

En abril de 2017, la organización vecinal consiguió la sanción de la Ley 5800. La Legislatura votó el canje de terrenos entre la manzana y un predio de la Ciudad en la comuna 12 a un propietario conocido como Micrisol S.A. No era un terreno por otro, sino una zona por otra: en el espacio de la comuna 12 -ubicado en San Isidro Labrador 4802, Saavedra- se permitió la rezonificación y construcción de edificios de altura, propuesta a la que los vecinos de Saavedra ya se opusieron.

Los vecinos de la Manzana 66 impulsaron una plaza pública y un jardín de infantes. El diseño fue de  Siquier y la obra estuvo a cargo del subsecretario de Proyectos del Ministerio de Desarrollo Urbano y Transporte de la Ciudad, Álvaro García Resta.

La redacción de Diario Z se comunicó con el Ministerio y con ese organismo en particular, pero no hubo respuesta a las consultas acerca del diálogo con los vecinos antes y después de la concreción de la iniciativa.

El ambientalista Antonio Brailovsky, a cargo del Observatorio Ambiental de la Defensoría del Pueblo, opina que “siempre es mejor que haya un espacio verde antes que las canchitas o el juego de especulación inmobiliaria. Pero al gobierno de la Ciudad no le conviene poner más oferta de terrenos de los que ya puso porque le baja el precio. Como quitan tanto espacio público con los códigos (urbanísticos), necesitaban una vidriera. Supongo que la situación legal de esa manzana lo posibilitó. Se pone como plaza algo que es difícil de vender”, aseguró.

Además, Brailovsky recordó que el gobierno de la Ciudad busca duplicar la población en la Capital y en ese contexto es inútil duplicar los espacios verdes porque existiría la misma deficiencia que ahora.

Brailovsky afirma que las decisiones respecto de la plaza no se tomaron en conjunto con los vecinos. Si no hay participación de los ciudadanos, “a veces no aciertan, a veces sí, a veces les sale mejor, a veces peor, pero terminan siendo iniciativas decididas entre varios con ayuda de algún contratista. ¿Qué oportunidad tienen los que van a usar los espacios verdes de decidir algo?”.

Y señala el peso de los contratistas en el diseño del espacio público: “Desde que se privatizó y a los espacios verdes no los hacen trabajadores municipales sino empresas contratistas, su influencia es decisiva en cuanto a qué se hace, qué se gasta, cuánto cuesta. Un espacio verde tiene una ventaja importante para el contratista. En un conjunto de departamentos el costo por metro cuadrado es conocido, en cambio en un espacio verde no hay un costo estándar: se puede cobrar diez o cincuenta y es difícil auditarlo”.

“Esta es una plaza pensada con los vecinos”, declaró a los medios el vicejefe de Gobierno Diego Santilli durante la inauguración.

Sin embargo, en esa misma jornada, los vecinos denunciaron que no está terminada: falta riego, asientos adecuados para adultos mayores, cestos de basura, árboles, el cartel de obra que acredite que habrá una escuela de educación inicial.

Elena vuelve a tomar la palabra: “Fijate que los viejos y la gente que tiene chicos se volvieron a la placita de Jujuy y México. Es una placita humilde pero es mejor:  te podés sentar en el pasto, hay árboles, hay aire. Los chicos andan en bicicleta, los viejos pasean los perros, hay una canchita, a la noche mucha gente come algo en las mesitas bajo los árboles de ir a meterse en los departamentos o en las piezas de hotel. Así que de todos modos le damos la bienvenida. Un día le vamos a poder poner pasto y con el estadio eso hubiera sido imposible.”

La inauguración de la nueva plaza volvió a poner en discusión una repetida demanda de los vecinos porteños:  que la creación de espacios verdes tenga verde. Algo que el gobierno decididamente repele.