La crisis socioeconómica también llegó a las carnicerías de los barrios porteños. Según un informe de la Asociación de Propietarios de Carnicerías de la Ciudad, la venta de carne cayó un 30 por ciento en los últimos tres meses. “Es una hecatombe para el sector“, dijo, sin vueltas, el vicepresidente de la asociación, Alberto Williams. Los consumidores, a su vez, decidieron optar por los cortes más baratos en los últimos meses.
“Pasé muchas crisis pero ninguna como esta, en que la gente no tiene poder adquisitivo. Estoy muy preocupado. Si sigue este sistema con esta inflación, vemos muy difícil una recuperación de las ventas“, agregó en una entrevista a LaRed.
Según la Asociación de Carniceros de la Ciudad, además de la baja en el consumo, los porteños también cambiaron los corte de carne elegidos: del vacío y el lomo, a la milanesa y carne picada. “Lo que se compra es lo que más rinde. Buscan esos cortes, pero tampoco mucho”, indicó Williams y agregó que “lo mismo ocurre con las ventas mayoristas, que además de recortar sus compras por la caída en las ventas del mostrador, también lo hacen para no perder mercadería debido a los cortes de luz”.
Por su parte, la Cámara de Industria de la Carne de la República Argentina (Ciccra), también relevó un informe de los tres primeros meses y señaló que, en promedio, en el primer trimestre del año, el consumo aparente por habitante fue de 49,6 kg, lo que resultó un 13,4% menor al del primer trimestre de 2018.
Hoy en día es necesario tener más dos billetes de cien pesos (en cualquiera de las variantes: Evita, Roca o Taruca) para poder comprar un kilo de carne en una carnicería. Así lo especificó el informe de la Dirección de Estadística de la Ciudad, al indicar que el precio medio del kilo de asado -uno de los más baratos- cuesta 210 pesos con 22 centavos, el kilo de paleta cuesta 219,37 pesos y el cuadril 263,14 pesos. Pero no es sólo eso, en doce meses, la carne aumentó un 58,7 por ciento. Casi 10 por ciento más que la inflación de todo el 2018.