“El lactario si se abre”, gritan docentes, ex alumnos y médicos del Hospital Ramos Mejía. Es que luego de varios meses de incertidumbre, la comunidad educativa pudo celebrar el primer día de clases en la sala maternal. En diciembre, el ministerio de Educación porteño -que conduce Soledad Acuña- decidió cerrar esta sala de 45 días a un año y medio del Ramos Mejía y, progresivamente, desarticular el jardín de infantes del Hospital. Pero su deseo no fue cumplido: los docentes reclamaron en las calles, presentaron un recurso de amparo y la Justicia ordenó al Gobierno a disponer la reapertura de la sala.
“Es un orgullo total. Hoy cantamos el Himno, pusimos una placa que dice ´luchar tiene sentido´ y cortamos la cinta de inauguración de la sala hecha de chupetes. Felicitaciones a la comunidad educativa“, expresó, a Diario Z, Eduardo López, secretario de la Unión de Trabajadores de la Educación (UTE). “Las escuelas no se rinden“, agregó. Los docentes agregaron que aún hay vacantes para anotar a más niños entre 45 días y un año y medio.
Para la comunidad educativa de la Escuela Inicial del Hospital Ramos Mejía -ubicado en el barrio de Almagro- hoy es un día de festejo. El primer día de clases para la sala de 45 días a un año y medio, en el centro de salud Ramos Mejía, representó el final feliz de una historia que parecía tener otro desenlace.

Para entender el festejo es necesario volver mentalmente a diciembre del año pasado. El cuarto día de ese mes, el ministerio de Educación porteño publicó la resolución 3968/2018 que oficializaba el cierre del jardín del hospital Ramos Mejía y establecía la mudanza total para el 2021.
El primer paso que tenía en mente el gobierno era el cierre del lactario y, en forma progresiva, dejará de tener sala de deambuladores y de 2 años para finalmente trasladarse, en 2021, a un edificio cercano donde asistirán niños de entre 3 y 5 años. La comunidad educativa se unió para impedir el avasallamiento del Gobierno y realizó distintas marchas -además de disponer de la medida cautelar- para visualizar el tema. “Si lograban cerrar el Ramos sin dudas iban a avanzar por más escuelas Infantiles, precarizando cada vez más el Nivel Inicial con el reemplazo de salas de maternal por los Centros de Primera Infancia que no son escuelas e implican un retroceso pedagógico de más de 50 años”, explicaban, tiempo atrás, las y los docentes de la sala.
Lejos de resignarse, los maestros decidieron reclamar tanto en las calles como en la Justicia. Presentaron un recurso de amparo en el juzgado Nº 18 en lo Contencioso Administrativo y Tributario para impedir el cierre. El primero de marzo, el magistrado Marcelo López Alfonsín -titular del Juzgado- visitó la Escuela Inicial, en el cruce de las calles Venezuela y Urquiza: López Alfonsín recorrió las salas, habló con los docentes e, interiormente, ya había tomado una decisión: la sala lactario no se cerraba. Ese mismo día, pero al mediodía, la decisión se traspasó al papel. “Ordenar al Gobierno de la Ciudad a que arbitre los medios necesarios a fin de proceder a la apertura inmediata de la inscripción de vacantes para niños y niñas de 45 días a 1 año de edad –sala de lactario- en la Escuela Infantil N°6 Distrito Escolar N° 6 para este ciclo lectivo 2019”, indicó el magistrado.
En el fallo, el magistrado remarcó la necesidad de que el Gobierno de “asegurar y financiar la educación pública, estatal laica y gratuita en todos los niveles y modalidades, a partir de los cuarenta y cinco días de vida hasta el nivel superior” e indicó que no había ninguna diferencia edilicia entre “la sala del lactario y las otras salas que integran el jardín”.
Esta mañana, la sala lactario del Ramos Mejía fue puro festejo. La comunidad educativa festeja: otra vez, impidieron que se cierren escuelas en la Ciudad.
