Eduardo López: “No vamos a reproducir las desigualdades del sistema educativo, las vamos a enfrentar”

Por Franco Spinetta. Especial para Diario Z.

Un día después del masivo paro convocado por la Unión de Trabajadores de la Educación (UTE), el secretario general de ese sindicato, Eduardo López, analizó los alcances de la medida y reveló que el Ministerio de Educación porteño revisará la modificación del estatuto que desató la protesta. López evaluó que, con esta sorpresiva medida, el Gobierno de la Ciudad está midiendo fuerzas tras obtener el 55% de los votos en las últimas elecciones. Además, hizo un balance sobre el estado de las escuelas -en especial de los 18 establecimientos que poseen asbesto- y el sistema de educación pública en general, donde se replica la creciente desigualdad entre el norte y el sur de la Ciudad.

¿Qué balance hacen de la jornada de protesta y el paro?

El paro fue masivo, superior al 80%. Teníamos dos motivos, el adelantamiento de la paritaria -de la que no tuvimos respuesta- y el respeto al orden de mérito del estatuto, para lo que nos convocaron hoy y quedaron en darnos una respuesta. Veremos cómo avanzan cada uno de los temas.

¿Qué explicación le encuentra a la modificación del orden de mérito que desencadenó el llamado al paro?

No tiene lógica y va a contramano de lo que hicieron durante 12 años, siempre respetaron el orden de mérito, incluso de lo que hicieron este año en el área de Inicial. Es increíble: pasaron 12 años haciendo la misma interpretación del Estatuto. Hasta septiembre de este año, fue siempre igual, y cambiaron ahora sin ningún acto administrativo que lo amerite, sin ninguna reformulación, sin informar nada, sin cambio de gobierno. Un desatino total.

¿Por dónde se imagina que puede provenir la razón de esta medida?

Se envalentonaron con el resultado electoral… si pasa, pasa, total tenemos el 55% de los votos. También hay cierta soberbia, creen que las normas las pueden cambiar cuando quieran. Es como cuando cerraron escuelas, la Unicaba, cerrar los profesorados, después dan marcha atrás. Es una mezcla de soberbia, desidia y mala gestión. Esto es innecesario. Están desandando lo que hicieron durante 12 años, sin una norma que lo avale. No hicieron siquiera una disposición. Un día decidieron cambiar las reglas.

¿El alto nivel de adhesión revela el malestar que produjo en la comunidad educativa?

Generó mucho malestar porque es violento. Hubo un acto público que impugnamos. La docente que estaba para ser elegida tenía 38 puntos, pero designaron a la de 30. Un acto público es algo serio, la gente se preparara durante toda la vida para esos concursos. Acumulan puntaje mediante títulos, cursos, antecedentes culturales, antigüedad, publicaciones… Fue un ataque muy violento.

¿Cree que el gobierno está midiendo fuerzas para avanzar con otras medidas de reforma?

Sin duda. Si esta arbitrariedad pasaba, pasan otras. “Las reglas somos nosotros”, dicen ellos. Me acuerdo en el reportaje que le dio la ministra Soledad Acuña a Nelson Castro, en la que confirmó que iban a cerrar escuelas. Nelson Castro le dijo que era una barbaridad pero ella no reculó. Después tuvieron que dar marcha atrás. Acá de fondo está la posibilidad que tenemos los docentes de acceder a nuestros cargos sin deberle nada a nadie. Si hubiese ganado Lammens, tendría que haber hecho el acto público por orden de mérito, hubiese ganado cualquier otro, y era lo mismo. El docente no le debe a Lammens, a Larreta ni a nadie. Entonces hay docentes que no están sujetos a los vaivenes políticos. Eso se llama libertad de cátedra y en la docencia prima el orden de mérito, la meritocracia que tanto les gusta a ellos. Y el mérito no es abrir una unidad básica, sino los títulos, antigüedad, cursos y publicaciones. Con ese puntaje, competís con otras personas por un cargo. Lo mismo sucede en otras áreas, como el Conicet, donde no se discute el concurso más allá de que haya un ajuste feroz. Acá quisieron cambiar el reglamento a la fuerza.

¿Tuvieron alguna respuesta por la denuncia de la presencia de asbesto en 18 escuelas?

Lo que nosotros pedimos es ser fiscalizadores de la “desasbestización” de las escuelas. Primero, denunciamos que en 12 años no nos avisaron que había 18 escuelas con asbesto, nos enteramos por un llamado a licitación que puso en evidencia la situación, al contratar a una empresa para quitar el asbesto. Se estuvieron contaminando chicos durante todo este tiempo… la prohibición del asbesto se hizo a nivel mundial en 2001, en Argentina empezamos a cumplir en 2013. Produce células cancerígenas. Justamente por la licitación nos enteramos cuáles eran esas 18 escuelas. No hicieron nada hasta ahora. Lo que pasó en los subtes es todavía peor, porque los coches fueron comprados a España, que estaba en proceso de desasbestización. Esos vagones, me decía Beto Pianelli, eran descartados y fueron comprados como nuevos. Ni siquiera leyeron el prospecto que indicaba que tenían asbesto que, para colmo, es mucho más peligroso bajo tierra.

¿Hay un patrón en las escuelas que tienen asbesto?

Sí, en general, son de las más antiguas. La Ciudad cambia baldosas, pero quitar el asbesto no es prioridad.

Un informe de la Fundación Soberanía Sanitaria muestra la enorme desigualdad que hay en términos de salud pública entre el norte y el sur, donde por ejemplo hay comunas con 16 veces más de casos de tuberculosis. ¿Cómo afecta esta desigualdad al sistema educativo?

Yo creo que Buenos Aires es la jurisdicción más desigual de la Argentina. Lo vemos cotidianamente. Y la desigualdad genera violencia, frustración. Hay personas con hambre conviviendo con millonarios. Esto se ve en los resultados educativos. En la zona norte, hay mejores resultados, tanto en escuelas públicas como privadas. Esto demuestra que con hambre no se puede estudiar. Las escuelas, dependiendo del lugar, se van homogeneizando: donde hay pobres, las escuelas son pobres. Los docentes se dan cuenta cuando cruzan Rivadavia. El jefe de Gobierno tiene los recursos para resolver esta situación. Esto genera impotencia. La imagen de lo ampuloso, de esos bancos que hacen para que no duerman indigentes, los containers inteligentes para que no los revuelvan, habla de cierta canallada. Mi abuela diría barbaridades de ellos. Invierten mil millones en arreglar escuelas, pero dos mil millones para cambiar baldosas. Está claro que les importa sólo una parte de la población. Y a nosotros, como escuela pública, nos importan los ricos, la clase media y los pobres. Todos los chicos valen por lo que son y no por lo que tienen. Y el conocimiento no es una mercancía, para nosotros es un derecho social. Para la derecha, el conocimiento tiene un valor mercantil: es importante, por eso tenés que pagar por el conocimiento. Y como la escuela pública no es un negocio, por eso la quieren cerrar. Quisieron cambiarnos por universitarios, por gendarmes… todo menos un maestro enseñando en el aula. No lo pueden soportar. Nosotros no vamos a reproducir las desigualdades del sistema educativo, las vamos a enfrentar.