El riesgo de enfermarse de tuberculosis es 16 veces más alto en los barrio del sur porteño que del norte

Por Franco Spinetta. Especial para Diario Z

La tuberculosis es una enfermedad de la pobreza, relacionada con las condiciones de vida de la población y la calidad de los servicios de salud. En Buenos Aires, ese indicador está al rojo vivo: mientras la Argentina registra, en total, 25 casos de tuberculosis cada 100 mil habitantes, la Ciudad tiene casi 34. Los índices son aún más dramáticos en los barrios del sur porteño, donde los casos triplican el promedio del país.

En dos comunicados fechados el 24 de octubre de 2019, los ministerios de Salud y Educación de la Ciudad confirmaban la detección de dos casos de tuberculosis en la Escuela Normal Superior 3 Bernardino Rivadavia, ubicada en el barrio de San Telmo. Si bien ambos ministerios intentaban minimizar la situación, lo cierto es que la urbe más rica del país paradójicamente se ubica entre las cuatro jurisdicciones con más casos de tuberculosis, detrás de Salta, Formosa y Jujuy. Entre ellas, concentran el 71% de los casos a nivel país.

Las comunas 7, 8 y 4, todas ubicadas en el sur, concentraron el 49,6% de los casos.

Un informe de la Fundación Soberanía Sanitaria relevó, entre 2016 y 2018, un total de 8.147 casos de tuberculosis en la Ciudad, con una alta desigualdad entre las comunas del sur y las del norte, incluso más alta que la registrada en toda la Argentina.

Las comunas 7, 8 y 4, todas ubicadas en el sur, concentraron el 49,6% de los casos. Y si se agrega la Comuna 1, donde está ubicada la Villa 31 y donde se encuentra la escuela Bernardino Rivadavia, entonces se llega al 62% del total.

Así, la Ciudad de Buenos Aires supera el promedio anual de casos de tuberculosis por habitante. Mientras la Argentina registra, en total, 25 casos cada 100 mil habitantes, la Ciudad tiene casi 34: de las 15 comunas porteñas, hay siete que se encuentran por encima de la media. En las Comunas 7 y 8, ese porcentaje se eleva a 85 y 75 cada 100 mil habitantes, respectivamente.

Si la distribución de la riqueza marca la acumulación de dinero en pocas manos, la distribución de la pobreza y la enfermedad genera el mismo efecto matemático: el 70% de los casos de tuberculosis se concentra en el 30% de la población, por supuesto, de su porción más vulnerable.

En las Comunas 7 y 8, el porcentaje de casos se eleva a 85 y 75 cada 100 mil habitantes, respectivamente.

En el otro extremo, la Comuna 13, ubicada en el norte, registró 5,09 casos cada 100 mil habitantes. Entre una punta y la otra, el riesgo de enfermarse de tuberculosis en el sur es 16 veces más alto que en el norte. En el país, esa brecha se reduce a 10.

“La tuberculosis es conocida históricamente con una enfermedad relacionada con la pobreza, las condiciones de vida influyen muchísimo. Que en la ciudad más rica del país, haya 16 veces más de posibilidades de enfermarte en una comuna que en otra, habla de una ausencia total del Estado para prevenir este tipo de situaciones”, dice a Diario Z Nicolás Kreplak, médico sanitarista y presidente de la Fundación Soberanía Sanitaria. 

Kreplak asegura que el modelo sanitario de la Ciudad es un “modelo de abandono de lo público”. “En 12 años arreglaron las fachadas de las guardias, sólo eso por si pasás con el auto por la puerta así lo ves en buenas condiciones. Hacia adentro, hay falta de tecnología, de inversión. El sistema funciona por inercia, no hay una política clara. La Ciudad tiene el principal patrimonio de salud pública del país, los mejores hospitales, profesionales, las mejores escuelas de formación, pero hoy está desjerarquizado. Si querés operar, no hay turnos, para hacerte un estudio está todo colapsado. Si no tenés prepaga, estás a la deriva. Es muy complejo”, evalúa.

Un cuarto menos de presupuesto

En efecto, el presupuesto destinado a Salud desde la llegada del PRO al gobierno, en 2007, tuvo una fuerte reducción del 25% que fue materializándose en forma paulatina, como si se tratase de una mudanza en plena madrugada. La metáfora no es aleatoria.

El sistema de salud público de la Ciudad atiende sólo al 18,7% de la población, es decir, a aquellos que no tienen obra social o prepaga, con la que acceden a mejor calidad en las prestaciones. Y ese vaciamiento, con su respectivo traslado presupuestario hacia otras áreas de gobierno, puede verse con claridad en las cifras publicadas por Estadísticas y Censos de la Ciudad.

En diez (de los 12) años que gobierna el partido fundado por Mauricio Macri, se han reducido la cantidad de camas disponibles, se produjo una baja de los egresos hospitalarios, una disminución de las consultas externas y de las consultas en CESAC y un leve aumento de las consultas por guardia en los hospitales públicos, que se explica justamente por el fracaso de las políticas de prevención: se llega a la guardia cuando no queda otra alternativa.

En 2007, el promedio de camas disponibles en los 29 hospitales de la Ciudad eran 7.549,7. En 2017, se contabilizaron 563,7 camas menos.

Este dato se evidencia también en otra área clave: los egresos de internaciones tanto en hospitales generales, como de niños y especializados, que pasaron de 191.219 en 2007 a 161.461 diez años después.

En el mismo período, las consultas externas se achicaron de 8.884.173 a 8.095.950, y las consultas correspondientes al Plan Médico de Cabecera se contrajeron de 224.421 a 148.911.

“Si bien no cerraron ningún hospital, la reducción de camas e internaciones es el equivalente a dar de baja cinco hospitales”, afirma Kreplak.

Las guardias, en cambio, fue la única de las prestaciones públicas que se incrementó, pasando 2.933.813 consultas a 3.160.498, entre 2007 y 2017, siempre según las propias estadísticas porteñas. Kreplak advierte que el aumento de las consultas en las guardias está estrictamente relacionado con las consecuencias de un modelo de exclusión social. “Vas a la guardia cuando tenés el síntoma, no hay prevención, no hay consultas previas, no hay seguimiento. Cuando empeoran las condiciones de vida, aumentan las consultas en guardias, esto está estudiado en política sanitaria y es el síntoma de que algo no anda bien en el modelo sanitario”.

Más Cesac pero menos consultas

Justamente el área que evidenciaría un mejoramiento a nivel sistémico, los Centros de Salud y Acción Comunitaria (CESAC), también recortaron sus prestaciones, a pesar de que la Ciudad ha pasado de contar con 37 CESAC en 2005, a 44 en 2018.

La atención primaria se redujo de 548.386 consultas en 2007 a 417.001 en 2015, último dato disponible. Kreplak apunta, además, que el número es extremadamente bajo en relación con las consultas en los hospitales generales y de agudos, lo que demuestra una mala distribución y promoción de la salud pública.

Por si hiciera falta, una muestra más del abandono es la situación del CESAC 14, ubicado en Parque Avellaneda, que sufrió un incendio hace más de un año y que su reconstrucción fue aplazada en dos oportunidades. Con ese centro, la Ciudad tendría entonces 45 efectores primarios de salud.

Las políticas de ajuste, como si se tratara de una repetición infernal, siempre terminan horadando las (ya) complejas condiciones de vida de los sectores más vulnerados. Frente a este panorama, no resulta una sorpresa que la Ciudad posea altos índices de tuberculosos. Y así lo demuestra la posibilidad de contraer fácilmente tuberculosis dependiendo en qué barrio de la Ciudad te haya destinado la suerte nacer.