Por Franco Spinetta. Especial para Diario Z
Cuando en 2015, el búnker de Costa Salguero estalló de euforia tras la victoria de Mauricio Macri frente a Daniel Scioli en balotaje, que se sumaba a los triunfos de Horacio Rodríguez Larreta en Ciudad y de María Eugenia Vidal en provincia, nadie se imaginaba que cuatro años después el sueño de la derecha vernácula -la suma del control de los principales gobiernos del país- se comenzaría a desgranar tras una intensa crisis económica y social.
Con los resultados de octubre que marcaron el regreso del peronismo a nivel nacional y provincial, el mapa político de la Argentina entró en etapa de reconfiguración y redefiniciones, con un Macri abocado a la tarea de mantener su liderazgo en la alianza que lo sostuvo en el poder, atravesando internas salvajes que lo enfrentan hasta con su propio gabinete (de allí la renuncia del secretario de Salud, Adolfo Rubinstein, quien intentó ampliar el protocolo de aborto no punible en oposición a la postura del presidente). En todo ese marasmo, y por lo bajo, Rodríguez Larreta comenzó a tejer su sueño presidencial, un secreto a voces de la política porteña.
No le será fácil al jefe de Gobierno cimentar sus aspiraciones. A pesar de haber obtenido un inédito 55% en las elecciones, que lo mantuvieron ajeno a la debacle generalizada de Juntos por el Cambio, Larreta ya no contará con mayoría especial en la Legislatura, un número al que hoy llega gracias a una serie de acuerdos consagrados cuando el macrismo parecía una locomotora con 20 años de autonomía. El oficialismo, aún con mayoría simple, tendrá que reconstruir consensos hacia adentro del cuerpo legislativo, con un bloque peronista concentrado en mantener la unidad en la diversidad.
De esta manera, Juntos por el Cambio pasará de 41 a 37 legisladores propios. El peronismo, consolidado como segunda fuerza, tendrá 17.
“Hay un replanteo político fuerte”, reconoció a Diario Z el jefe de bloque del oficialismo porteño, Agustín Forchieri. Ese recinto-escenario se vaticina como el eje de una relación aún incierta entre Nación y Ciudad, que algunos ya imaginan como conflictiva, aunque otros auguran un pacto de convivencia pacífica en pos de resolver la crisis imperante.
“Hay que esperar a que los gobiernos se pongan en marcha y empiece a rodar la pelota, el tiempo y los meses dirán o marcarán el escenario político de 2021 que es la antesala al 2023”, agregó Forchieri.
En el plano institucional, de la relación con provincia -más vinculada a temas operativos- y con Nación -en cuestiones políticas- pueden especularse una serie de ítems “calientes” en cuestión de prioridad. Algo de eso pudo vislumbrarse ayer en la Legislatura, cuando el oficialismo hizo pesar su mayoría para ratificar un polémico convenio firmado en octubre entre el ministerio del Interior saliente, Rogelio Frigerio, y el jefe de Gobierno, que fijaba en 3,5% el coeficiente de participación que percibe el distrito porteño en los impuestos coparticipables. Mariano Recalde, diputado de Unidad Ciudadana y senador electo, aseguró que el acuerdo “es una maniobra que busca fortalecer a la Ciudad en detrimento de otras jurisdicciones. No se puede hacer eso en nombre del federalismo”.
En 2018, la Ciudad recibió $57.000 millones. Desde el entorno de Alberto Fernández dejaron trascender, luego de la firma del convenio, que habrá que rediscutir ese acuerdo.
En el gobierno porteño, mientras tanto, se muestran abiertos al diálogo e intentan bajarle el tono a posibles futuras peleas. El ministro de Gobierno, Bruno Screnci, quien suena para mantener el mismo cargo luego del 10 de diciembre, señaló a Diario Z que “de nuestra parte vamos a hacer todo el esfuerzo necesario para tener buena relación con Provincia y Nación, creemos que la gente nos votó para resolver los problemas y gestionar y la única manera de hacerlo bien es programando y articulando políticas públicas conjuntas”. En ese sentido, amplió que los temas de trabajo en coordinación, en orden de prioridad, siguen siendo la basura y la salud. Y cerró: “Imagino que el mensaje anti grieta que sostuvimos todos vamos a aplicarlo en la práctica. La mejor manera es trabajando juntos”.