Por Franco Spinetta, especial para Diario Z
Son mayormente mujeres, licenciadas, muchas con posgrados y especializadas en diversas áreas de su profesión; trabajan en jornadas extenuantes de 14 horas corridas retribuidas con un magro salario, por lo que deben hacer contraturno con otros empleos; conviven diariamente con ambientes tensos, incluso violentos, son descalificadas y hasta denigradas; se cargan al hombro la atención de miles de pacientes y cumplen un rol clave en el sistema de salud de la Ciudad de Buenos Aires. Se trata de más de 8 mil de enfermeras y enfermeros que, a pesar de todo esto, no son reconocidos como profesionales de la salud, en cuyos recibos de sueldo figuran como “administrativos” y que son víctimas del lobby más encarnizado de los intereses creados alrededor de la salud pública.
Este jueves 16 de enero a las 10 de la mañana, enfermeras y enfermeros realizarán una “charla y sentada” para concientizar sobre la “violencia laboral, institucional y sindical” que padecen. Será en la puerta del Hospital Fernández, en Avenida Cerviño 3356. Esta protesta es una continuación del movimiento que comenzó a formarse a fines del año pasado, cuando la Legislatura debatió una reforma de la Ley de Profesionales de la Salud (Nº 6035) que volvía a excluir a Licenciados en Enfermería, Instrumentación Quirúrgica y Bioimágenes. La situación generó un fuerte malestar en este sector; se llevaron a cabo entonces movilizaciones y protestas hasta que el 18 de diciembre realizaron el primer paro general y unificado de la historia de la enfermería en la Ciudad.

Marina Del Regno tiene 27 años. Es Licenciada en Enfermería y viaja todos los días desde Libertad, partido de Merlo, hasta el Hospital Materno Infantil Ramón Sardá, donde trabaja hace 2 años. Marina describe con angustia el ritmo cotidiano de su empleo, atravesado por situaciones de estrés, sobrecarga laboral y la “inmensa responsabilidad” de trabajar con “la vida, salud, enfermedad y fallecimiento de pacientes”. “No dormimos, a veces no llegamos ni a comer o ir al baño por la demanda de atención”, cuenta. Para ella, esta lucha significa no sólo reconocer la profesión, sino la posibilidad de brindar una atención de mayor calidad. Una calidad que hoy se ve ajustada por el factor humano: la Argentina tiene 3,8 enfermeros cada 10 mil habitantes, uno de los índices más bajos de la región.
“No dormimos, a veces no llegamos ni a comer o ir al baño por la demanda de atención”
Marina Del Regno, enfermera del Hospital Materno Infantil Ramón Sardá
“Por cada médico, tendría que haber tres o cuatro enfermeras. Esta carencia se cubre con los módulos: después de la jornada de siete horas de trabajo, tienen que cumplir con los módulos, que son siete horas más, que no se paga como hora extra, sino menos. Es una miseria”, asegura Facundo Lahitte, agrupación Tribuna Municipal, integrante del Partido Obrero. El sistema está tan al límite que los problemas de salud vinculados a la actividad laboral se multiplicaron. Muchas trabajadoras tomaron empleos a contraturno en clínicas privadas o trabajan los fines de semana para alcanzar un sueldo que, al menos, cubra la canasta básica. “El punto más fuerte del conflicto es el reconocimiento de los enfermeros como profesionales de la salud; hoy están en el escalafón general de la ciudad, como si fueran administrativos”, explica Lahitte. Si las enfermeras fueran incorporadas a la carrera profesional de salud, su salario (hoy ubicado en promedio en los 33 mil pesos) se incrementaría automáticamente un 40% y gozarían de los derechos que hoy tienen médicos (y otros profesionales) en relación a un plus por formación, licencias, entre otros ítems.
“Cuando nos volvieron a dejar afuera de la ley, se despertó nuestro orgullo. Hoy podemos decir que enfermería se está despertando y movilizando”, advierte Analí Fernández, trabajadora del Hospital Pedro Elizalde. “Somos parte de los equipos de salud, somos un pilar importantísimo para sostener la salud pública y estamos dando una batalla para nosotras crucial, reclamando algo que merecemos: el reconocimiento a nuestra formación, a nuestra dedicación. Invertimos tiempo que le restamos a nuestras familias y el 90% somos mujeres. Nos sentimos claramente discriminadas. Se está hablando de los derechos de las mujeres, y la enfermería es una bandera, somos mujeres precarizadas en nuestros trabajos”, agrega.
“El punto más fuerte del conflicto es el reconocimiento de los enfermeros como profesionales de la salud; hoy están en el escalafón general, como si fueran administrativos”
Facundo Lahitte, agrupación Tribuna Municipal, integrante del Partido Obrero.
¿Cuáles son los motivos por los que el gobierno no reconoce a las enfermeras como profesionales de la salud? El Ministerio de Salud ha esgrimido una explicación que tiene sabor a poco: no todas las enfermeras estarían en condiciones de ser incorporadas a la carrera, sólo las licenciadas; como no podrían sumar a todas, tendrían un catarata de juicios laborales. Sin embargo, la resistencia gubernamental está más vinculada a los intereses que se cruzan y chocan con el petitorio de las trabajadoras. Al no estar incluidas en la carrera sanitaria, están afiliadas al Sutecba, cuyo secretario general, Amadeo Genta, mantiene una pax histórica con el macrismo (ahora larretismo). Si se produjera el reconocimiento exigido, Sutecba perdería 8 mil afiliados de un tirón. Pero las presiones no terminan allí. La Asociación de Médicos Municipales tampoco se ha pronunciado. Además, las clínicas privadas, de suma importancia en la Ciudad (el 83% de la población hace uso de ellas), no quisieran tener que equiparar las nuevas condiciones laborales que se impondrían si las enfermeras pasaran a ser reconocidas como profesionales de la salud.
“Ya enfermería no calla más nada. Fueron muchos años. Ahora somos muchas las mujeres que actuamos sin miedo y esto es un avance muy, muy importante”, enfatiza Marina. “Seguimos en asamblea, movilizadas, caminamos los hospitales, tenemos que mantenernos unidas”, añade Analía. Ambas mencionan la decisión de la Organización Mundial de la Salud (OMS) de declarar el 2020 como el año de la Enfermería, por su rol crucial en el rubro. Un rol que parece estar muy claro para la OMS, pero que todavía padece una injusticia con olor a pasado arcaico y a pacto de negocios.