Susana Toporosi: “La cuarentena nos sirve para rescatar lo importante de la vida”

Por Franco Spinetta. Especial para Diario Z

“Lo que nos muestra esta pandemia es que estamos todos ligados, que tenemos que pensar la vida en sociedad de manera solidaria y no bajo los parámetros de que algunos se pueden salvar y no importa lo que le pase al resto”. Alejada de una visión pesimista sobre los estados emocionales que pueden dispararse durante la cuarentena obligatoria, Susana Toporosi, psicoanalista infanto juvenil del Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez, integrante de la Revista Topía sobre psicoanálisis y cultura, asegura que “toda crisis” es una oportunidad para “repensar algunas cuestiones”. El ritmo de vida, el éxito, el dinero, los proyectos y los anhelos.

Toporosi propone usar el tiempo muerto del aislamiento social para atacar de lleno y reflexionar sobre el ideario que sostiene la vida de millones de personas. Y asegura que no hay riesgo alguno en abrir esa puerta. Todo lo contrario: “Esto sirve para rescatar lo importante de la vida”.

En un momento en el que el aislamiento es obligatorio, y no forma parte de una decisión propia, ¿qué estímulos pueden ser constructivos y, por el contrario, qué nos puede llevar a lugares más oscuros?

Como toda crisis, son momentos importantes para repensar algunas cuestiones. Vivimos en un sistema de desigualdad social institucionalizada, y que ofrece la inclusión a partir del consumismo, que no es lo mismo que consumir. Consumir es aquello a lo que accedemos como necesario para sostener la vida. El consumismo es crear deseo sobre lo que no se tiene. Por ejemplo, vivimos con un mandato de desear determinados objetos que se disfrazan de necesidad, entonces uno siente que sí o sí tiene que correr para llegar a un lugar al que es muy difícil llegar y que tiene que ver con determinadas reglas de mercado. No son deseos propios, sino mandatos. Te hacen creer que sos libre para elegir, pero no es verdad: hay que trabajar cada vez más para llegar a un lugar al que nunca vas a llegar porque siempre hay algo nuevo que el mercado va a ofrecer y que va a ser tu nuevo deseo. Lo humano de llegar a ser uno mismo, estudiando, trabajando, lográndolo de a poco, fue reemplazado por el tener ya. Es un mandato que nos somete y nos hace crear la ilusión de que si tenemos, vamos a salir de la fragilidad, del desamparo de lo humano. Lo que nos enseña un momento como este, es que la ilusión del tener, no existe. Apelar al éxito individual, ganarle al otro para “salvarse”, que constituye el núcleo del capitalismo, es absolutamente falso. Si no nos salvamos como colectivo, no existe la salvación individual. Por eso es tan importante pensar y recuperar la idea de solidaridad.

¿Se abre una posibilidad para pensar en esos términos?

Yo creo que sí. También creo que pasada la pandemia, el capitalismo va a lograr rápidamente transformar la solidaridad en un valor mercantilizado, cooptado. Es lo que hace permanentemente el sistema. Este es un momento para pensar en la cultura, que tiene que ofrecer ese sostén, que da amparo a la fragilidad humana. Cuando la cultura no ofrece ese amparo, pasa lo que puede pasar en estos momentos: mucha gente puede sentirse muy desesperada, con mucho terror: son respuestas que no permiten organizarnos para enfrentar el miedo. Y el miedo es algo necesario, permite saber qué es lo peligroso y cómo defendernos. En estos momentos tenemos que pensar qué es lo que nos está dando miedo, aceptarlo, no negarlo, para poder cuidarnos. Y diferenciarlo de otras cuestiones, como el no poder parar de movernos sin saber adónde vamos. En ese contexto, estar permanentemente recibiendo un bombardeo de información alarmista, en parte falsa, no nos permite diagramar estrategias para protegernos.

Aprovechar este momento para reflexionar la vida que llevamos, ¿no nos puede empujar hacia más incertidumbre?

Me parece que no. Esa reflexión sirve para rescatar lo importante de la vida, darte cuenta de qué cosas están implantadas por un mercado para obtener beneficios. La incertidumbre, la fragilidad ante la posibilidad de la muerte es algo con lo que vivimos permanentemente, pero necesitamos tener una suerte de negación para poder vivir. Uno no está todo el día pensando que se va a morir. Necesitamos disociarnos un poco de eso para conectarnos con lo vital. En estos momentos, esa operatoria se hace más difícil porque te aparece muy clara la situación de la fragilidad en la que vivimos los humanos. El tema justamente es que esta es una oportunidad para darnos cuenta que muchas veces, frente a esa fragilidad, se puede vivir de manera omnipotente. Y eso es peligroso. Una cosa es hacer una disociación necesaria para vivir, no estar pensando todo el día en la muerte; otra cosa es vivir bajo la omnipotencia. Por ejemplo, que podemos agredir al medio ambiente total no va a pasar nada. O que podés romper la cuarentena porque “a mí no me va tocar el virus”. Esto lo vemos muchas veces en los jóvenes, cuando se están ensayando las distintas identidades, ahí aparecen respuestas muy omnipotentes, que pueden consumir de todo, exponerse al límite de los riesgos. Yo creo que es un momento para marcar las diferencias: una cosa es vivir bajo la negación necesaria y operativa de la muerte, que nos permite hacer proyectos y pensar en el mañana, y otra cosa es vivir bajo signos de omnipotencia. Los omnipotentes son personas que sienten que pueden estar una situación distinta al resto, que no necesitan de los otros. Son respuestas riesgosas porque vivimos en un sistema capitalista que nos empuja hacia esas respuestas omnipotentes. Lo que nos muestra esta pandemia es que estamos todos ligados, que tenemos que pensar formas de imaginar la vida en sociedad de manera solidaria y no bajo los parámetros de que algunos se pueden salvar y no importa lo que le pase al resto. Acá, o nos salvamos todos o no se salva nadie.

¿Cómo se imagina que esto va a repercutir en el imaginario social? ¿Se abrirá debate sobre el rol de lo comunitario y la importancia de los lazos sociales?

Yo desconfío mucho del sistema por la rapidez que tiene para apropiarse de los cambios y convertirlos en algo útil al capitalismo. De todos modos, previo a la pandemia, han habido situaciones interesantes en nuestra sociedad, donde se están replanteando diversas cuestiones. Por ejemplo, todo un sector del movimiento feminista que plantea que no se pueden repensar la relación entre géneros disociándola de, por ejemplo, la desigualdad socio-económica. Hay distintas marcas en nuestra sociedad que van mostrando una vocación transformadora. En la temática que yo trabajo, la violencia sexual en niños y adolescentes, hubo un cambio muy grande en relación a la percepción de las violencias que han sufrido durante mucho tiempo, que estaban naturalizadas. La pandemia va a ser interpretado por algunos colectivos que están revisando y replanteando relaciones de poder, sociales, culturales. No hay manera de cambiar las relaciones de poder y género, sino se ataca la desigualdad. Tengo la esperanza de que esta pandemia sea una oportunidad, que va a alimentar un fortalecimiento de experiencias colectivas, comunitarias. Veremos qué pasa.

¿Cuál es el estado de ánimo en el Hospital Gutiérrez?

Se están atendiendo urgencias y la indicación es que no vengan al hospital por otras consultas, para las que estamos disponibles de manera telefónica, para darle continuidad a pacientes que están en riesgo, en materia de salud mental. Por otro lado, estamos trabajando dentro del hospital, tratando de contener situaciones de mucha ansiedad entre el propio personal de los equipos médicos.

¿Qué situaciones se viven?

Hay una avidez constante por capacitarse, tener acceso a lo último de lo último, saber cómo protegerse y proteger a los pacientes. Hay también una exigencia a las autoridades para que estén los elementos necesarios para la prevención. Estamos tratando de visibilizar y exigir que se cumpla con la entrega de insumos y cuidados imprescindibles. También existen situaciones complejas con relación a personas con enfermedades preexistentes, que están en riesgo, pero cuya licencia depende de una junta médica, que tiene sus tiempos… eso genera mucha ansiedad e incertidumbre.