Por Franco Spinetta. Especial para Diario Z
Semana a semana, el Boletín Epidemiológico de la Ciudad de Buenos Aires registra una escalada sin freno de los casos de dengue. Según el último parte, fechado el 24 de abril, desde el primero de enero de 2020, 5.221 porteños dieron positivo.
El mosquito Aedes aegypti, vector de la enfermedad, desarrolló la capacidad de sobrevivir al frío de Buenos Aires.
Grupo de Mosquitos de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA.
El 94 por ciento de los infectados no viajó a las zonas endémicas, como el noreste argentino y Paraguay, lo cual confirma que hay una extensa circulación local del dengue. Por eso los expertos que conforman la Gerencia Operativa de Epidemiología del gobierno calificaron al escenario de la Ciudad con el número 3 y en color rojo de “riesgo alto”.
Para colmo, la llegada del invierno no marcaría el fin de la epidemia local: investigadores de la UBA advierten que el mosquito vector de la enfermedad desarrolló la capacidad de adaptarse al frío.
La cobertura sobre el brote de dengue queda hoy relegada frente a la expansión del coronavirus, que mantiene en alerta a todos los efectores de salud, pero a su vez revela el carácter profundamente desigual de la ciudad de Buenos Aires: el 90 por ciento de los casos están concentrados en los barrios más vulnerables, especialmente en las villas y asentamientos.
La Defensora del Pueblo adjunta de la Ciudad Bárbara Bonelli aseguró que las comunas 7 (Flores y Parque Chacabuco), 8 (Villa Soldati, Villa Lugano y Villa Riachuelo) y 4 (Barracas, Parque Patricios y Nueva Pompeya) “son las más afectadas y superan la media de la Ciudad en más del 100 por ciento”.

Soldati, Vélez Sarsfield y Villla Lugano. Esos barrios concentran el 58% de todos los casos.
Bonelli denunció que “no hay registro de cantidad de intervenciones ni acciones que permitan corroborar que haya un aumento de estas acciones por parte del gobierno porteño para mitigar a la propagación de la enfermedad en un año donde las cifras crecen exponencialmente”.
Diario Z contactó al Ministerio de Salud, pero no obtuvo respuesta.
En comparación con 2019, el crecimiento de casos es exponencial. El año pasado se registraron apenas 38 casos confirmados de dengue en toda la Ciudad. Sin embargo, en relación con 2016, cuando hubo un brote continental de infecciones, el 2020 sigue estando abajo en número (apenas en un 12,5 por ciento), aunque los expertos advierten que la brecha se acorta cada vez más.
Una reciente revelación de investigadores de la UBA podría augurar una complicación más severa para lo que resta del año: el mosquito Aedes aegypti, vector de la enfermedad, desarrolló la capacidad de sobrevivir al frío de Buenos Aires.
Investigadores del Grupo de Mosquitos de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA señalaron que esa sería la causa por la que en otoño continúan multiplicándose los casos. De hecho, en ejemplares de Aedes autóctonos estudiados, los científicos detectaron que las hembras desarrollaron una adaptación al clima a través de un mecanismo llamado “diapausa” y que, hasta el momento, se creía que esta especie no poseía y que no ha desarrollado en ninguna otra parte del mundo. En efecto, las altas temperaturas parecían ser indicador suficiente para que los huevos del mosquito se convirtieran en larva y siguieran el ciclo hasta volverse adultos. Sin embargo, en Buenos Aires y otras regiones del país, esto no parece cumplirse siempre.
Si se eliminan los criaderos no hay adaptación que valga
“Si bien Aedes parece haber encontrado nuevas estrategias contra el frío del territorio argentino, el mayor reto lo enfrenta cuando los vecinos se organizan y eliminan los criaderos de sus casas. Frente a eso, no hay adaptación que valga”, indicaron en un artículo de la Agencia CTyS, de divulgación científica.
El Grupo de Investigación sobre Mosquitos en Argentina (GIMA), lanzó una campaña en la que vinculan la crisis por el coronavirus y el dengue: “Que el aislamiento social nos sirva para protegernos del dengue”.
En ese sentido, un conjunto de investigadores del Conicet y de diversas universidades de todo el país, nucleados en el Grupo de Investigación sobre Mosquitos en Argentina (GIMA), lanzaron una campaña en la que vinculan la crisis por el coronavirus y el dengue, bajo el lema “Que el aislamiento social nos sirva para protegernos del dengue”. De esta manera, los científicos buscan instar a los ciudadanos a aprovechar la cuarentena para limpiar sus hogares y así evitar la formación de criaderos del mosquito Aedes aegypti, transmisor no sólo del dengue, sino también del chikungunya, el zika y la fiebre amarilla.
“A toda la red de mosquitólogos del país nos interesa que se aproveche la cuarentena para observar el ambiente de nuestras casas y tratar de controlar todos los recipientes con agua”, señaló Nicolás Schweigmann, investigador independiente del CONICET en el Instituto de Ecología, Genética y Evolución de Buenos Aires (IEGEBA, CONICET-UBA), miembro del GIMA.
“Lo que podemos hacer desde casa es lo más importante de todo”, indicó Schweigmann. “Tenemos que entender que el Aedes aegypti generalmente está en los fondos de las casas, en el medio de las manzanas, por lo que las fumigaciones municipales en las calles no les llegan”. Por eso, el científico señaló también la importancia del diálogo entre vecinos: “Con solo una casa en la manzana que tenga criaderos, van a ser afectados todos los vecinos’”.
“El Cementerio de Chacarita y las obras en construcción donde se acumula agua son los dos centros mayores de proliferación de mosquitos.”
GIMA
El GIMA ha realizado estudios en la ciudad de Buenos Aires y detectó que la dispersión del mosquito depende del ambiente en que se encuentra. Y señalan al Cementerio de la Chacarita como un epicentro donde la dispersión es mayor, ya que los mosquitos encuentran el ambiente propicio para reproducirse de manera muy cercana. También marcaron como un punto crítico las obras en construcción, hoy paralizadas, donde quedan tachos, maquinarias y recipientes en los que se acumula agua. “Lo ideal sería que los gobiernos tuvieran inspectores formados para monitorear la presencia de Aedes aegypti en las obras de construcción, que son una de las principales fuentes de proliferación de mosquitos en las manzanas”, concluyeron.
