El 1º de agosto, desde siempre y desde muy tempranito, mucha gente se reúne en las casas o en alguna esquina para cumplir el rito de tomarse tres traguitos – algunos dicen siete- caña con ruda en ayunas.
Tomar caña con ruda cuando empiezan los fríos es una tradición de origen guaraní. Agosto es el este mes de las enfermedades y guaraníes utilizan la ruda con fines curativos.
Se supone que el brebaje contrarresta los problemas de salud típicos del invierno y, si nos ponemos entusiastas, hasta aleja las aguerías o maleficios, como decía mi abuela Maita.
Claro que los tres -o siete- sorbos eran para los mayores, a los más chicos solo nos dejaban mojarnos los labios. Nadie reclamaba mucho porque tampoco que es un delicia el talismán antitodo.
Lentamente, el hábito llegó también a las ciudades, cimentada por algunos refranes del estilo: “Julio los prepara y agosto se los lleva”, “Caña con ruda, contra el mal ayuda”, “Más vale emborracharse que morirse”. Otra, “Hay que pasar el invierno” es harina de otro costal, de un ministro hambreador y mucho tuvo de castigo y nada de amuleto.
Sin ir más lejos, un quiosquito humilde de Parque Patricios muestra desde ayer unas cuantas botellas de vidrio con caña, ruda y limón. Esto, a pesar del la cuarentena y las restricciones. Si un vecino se acerca, don Antonio le sirve en vasito chico de plástico mirándolo con la intensidad de quien espera que ahí mismo obre el milagro.
Para que la magia salga buena, lo importante es macerar bien los elementos. No hay gran misterio: se compra una botella de caña, se echan dentro algunas hojas de ruda, se la cierra y se la guarda. En lo posible, un mes. El 1 de agosto, se abre la botella y a proteger a los seres queridos.
Se debe dejar macerar la ruda dentro de una botella de caña por 1 mes. Generalmente se prepara el 1º de julio para poder beberla el 1º de agosto. Mi Maíta preparaba un botellón como para que no la sorprendieran las malas rachas en ningún momento del año. Y como buena bruja que era, tenía sus propias recetas así que a veces le sumaba cascaritas de naranja y una cucharada generosa de miel.