Reabrieron los shoppings: pasillos vacíos en las primeras horas y alegría de los empleados por la vuelta

Por Demián Verduga

Casi no hay fila para ingresar al Shopping Abasto este miércoles 14 de octubre a las 14:30. El centro comercial de 120 mil metros cuadrados reabrió sus puertas hace media hora, luego de haber estado cerrado desde fines de marzo, cuando la pandemia de Covid-19 llegó a la Argentina.

La única entrada habilitada es la que da a la avenida Corrientes. Hay dos policías de la Ciudad y apostados a cada lado de la puerta de vidrio. Una empleada indica con el dedo una flecha de papel adhesivo en el piso. Luego pide que se muestren las palmas de mano, rocía alcohol, y señala hacia un costado. “Mirá para allá, por favor”. A unos seis metros hay una cámara en un trípode que a esa distancia mide la temperatura corporal.

Los pasillos están casi vacíos. Se ve muy poca gente circulando. En las vidrieras de cada negocio hay un cartel que dice cuántas personas pueden ingresar al local.  Es aproximadamente una cada 15 metros cuadrados, contando empleados.

Gimena trabaja en un negocio que vende relojes en mitad del pasillo del shopping. “La verdad tenía muchas ganas de venir”, dice al ser consultada por Diario Z y se acomoda el barbijo cuadrille. “No daba más de estar en mi casa, sentada con la computadora, con dolor en la espalda por estar todo el día inclinada hacia delante”.   

“No es que no me da miedo contagiarme el covid, pero tomo recaudos. Me vengo caminando desde mi casa para no usar transporte”.

Lucía, empelada del Shopping Abasto.

La vendedora, de 30 años, dice que vendían de manera online pero mucho menos de lo habitual. “A la gente le gusta ver los relojes, probárselos en la muñeca-muestra su muñeca-. Y eso por internet no se puede”.  Sobre el temor a contagiarse el Covid y las medidas sanitarias dice: “No me da miedo. Creo que más o menos es seguro lo que se está haciendo”.

La plaza seca del shopping, por la que hay que pasar para ir a los cines que están cerrados, está vacía. Faltaría una persona pasando el escobillón y parecería que son los minutos previos al cierre del centro comercial en la era pre pandemia. Un empleado de seguridad privada de camisa blanca,  Jony, explica: “El patio de comidas está abierto pero nadie se puede sentar. Las sillas están todas puestas arriba de las mesas. Se puede comprar y llevar a casa o comer caminando un helado. Pero no hay forma de sentarse ahí. Eso no está permitido”.

En un negocio que vende carteras, pañuelos, bisutería para mujeres, atienden dos empeladas. Paula, que viste con ropa negra que contrasta con el barbijo blanco, pide que se le muestre la palma de la mano para volcar un poco de alcohol en gel. Luego dice: “Estamos contentos de volver, a pesar de que nos fue muy bien con la venta online. Yo ya venía trabajando porque el negocio tiene locales a la calle. Este del shopping no es el único. Así que no es mi primer día de volver a atender al público”.  

Acerca de las medidas sanitarias y el temor al Covid señala: “La verdad creo que por ahora está bien lo que se está haciendo. No sé. No pienso tanto en eso”.

A pocos pasos del área de  juegos para chicos que está cerrada, hay un pequeño puesto que vende globos de papel inflados con dibujos de superhéroes, espadas de plástico doradas, muñecos.  “Es mi primer día porque ayer conseguí este trabajo”, dice Lucía, una joven de ojos verdes que quedan justo por encima del barbijo negro. “Una amiga me aviso  que estaban buscando y lo conseguí, así que la verdad estoy contenta, aunque hasta ahora atendí una sola persona”.

Y agrega: “No es que me da lo mismo agarrarme el virus o no. Sí me da un poco de miedo. Pero tomo recaudos. Me vengo caminando desde la zona del obelisco, donde vivo, para no tomar transporte público, aunque tampoco sé si podría usarlo. Hago ejercicio”.

Son las 15:30. Todavía hay poca gente en el centro comercial que según las medidas sanitarias puede dejar ingresar 8.000 personas al mismo tiempo por los metros cuadrados que tiene. La cámara que agrupa a los shoppings había advertido en los últimos días que si no podían retornar a cierta actividad peligraban 50 mil puestos de trabajo. Hoy reabrieron las puertas.  Nada parece normal, pero algo es algo.