Por Olga Viglieca. Diario Z
Bella. Exasperantemente bella. Incesantemente bella. Esa es la primera definición de “Manifiesto”, el film de Alejandro Rath (Buenos Aires, 1980) que se estrena mañana aunque, a decir verdad, ya participó de algún festival europeo.
La película se centra en uno de los encuentros del arte y la política más ardientes del siglo XX: el del revolucionario ruso León Trotsky -ya exiliado en México- con el poeta surrealista francés André Breton, en abril de 1938.
Lo que une a dos figuras tan distintas en la Casa de Coyoacán -un invernal bosque de Mar Azul, en la película- es un propósito ambicioso: escribir, en la noche oscura del stalinismo, en la asfixia del realismo socialista, un Manifiesto por un arte revolucionario independiente que convoque a los artistas a lo propio. Un manifiesto escrito a dos manos, en ruso y en francés, mientras se prepara la carnicería de la Segunda Guerra Mundial.
“¿Cuál es la actualidad de un debate entre dos personalidades sucedido hace más de 80 años?”, se pregunta Rath, que conoce esa respuesta del revés y del derecho, diríamos, desde la cuna. Y probablemente por eso, de antemano, haya decidido traducirlos a la potencia absoluta de la poesía, citarlos en otras lenguas como si la musicalidad de lo ajeno fuera más inteligible.
Para mostrar la luz en plena oscuridad, el director se centra en la humanidad desbordada de Breton (un magnífico Iván Moschner), y en la desesperación, la urgencia de un Trotsky (tan preciso Pompeyo Audivert), que se sabe con las horas contadas.
En sueños, el francés es socorrido por la dulzura inquisidora de Gabriela Cabezón Cámara; por la franqueza de César González, por la timidez lúdica de María Negro, que ensaya con certera puntería. El torbellino sonoro de la pianista Adriana de los Santos sacude las pesadillas de Breton y del espectador.
Y Maya, claro, la perra negra que evoca a la rubísima Maya por la que Trotsky amenazó a la GPU -si no le permitían llevarla- con resistir la orden que lo mandaba al exilio.
Con la delicadeza de filigrana que distingue toda su filmografía, Rath (Quién mató a Mariano Ferreyra, Alicia) se tira a aguas profundas y elige un detalle secundario, levísimo, para que sus protagonistas roten de los perfiles a donde podría arrinconarlos el prejuicio. Trotsky no solo ama los perros, está convencido de que éstos sienten amistad hacia los humanos. Breton, el surrealista, ve en ese amor un abandono del realismo, una avanzada rusa hacia el pensamiento mágico.
El Viejo se mantiene en sus trece: “Sería necesaria, sin duda, una tercera persona, mitad perro, mitad hombre, para arbitrar este debate; a falta de su existencia y considerando la reacción de los perros hacia el hombre, me atengo a mis sentimientos“.
Volviendo a la pregunta: “¿Cuál es la actualidad de un debate entre dos personalidades sucedido hace más de 80 años?”. La de una mirada lúcida y loca que no se arrodillará jamás ante el hecho consumado.
Manifiesto se transmite el martes en la plataforma Cine.Ar Play. También se verá el viernes, a las 22, por Canal Encuentro. Repite el 6 de abril en el mismo horario.
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